El control de visitantes en los centros penitenciarios es uno de los mayores desafíos debido al riesgo que conllevan. Aunque las visitas de familiares y allegados son esenciales para el proceso de reintegración social de los reclusos, también pueden ser un vehículo para actividades ilícitas, como la introducción de objetos prohibidos o el contacto con redes delictivas externas. La falta de sistemas de verificación de identidad adecuados aumenta estas vulnerabilidades.

Tradicionalmente, el acceso de visitantes ha dependido de la inspección visual por parte del personal de seguridad, quienes comparan la identidad del visitante con los documentos presentados,  registran los datos biográficos y demográficos del visitante, así como su relación con el recluso para fortalecer la seguridad y asegurar que los controles sean precisos.  Sin embargo, este método tiene fallas inherentes, ya que no siempre garantiza la autenticidad de la identidad y por ende genera problemas de seguridad como: 

• Ingreso o salida con identidad fraudulenta: Un custodio puede permitir, por error o de manera voluntaria, la entrada o salida de personas con identidades falsas.
• Falta de registro: El error podría no detectarse nunca, comprometiendo la seguridad a largo plazo.
• Documentación falsa no detectada: Los visitantes pueden utilizar documentos falsos o parecerse físicamente a la persona que están suplantando.
• Múltiples identidades para actividades ilícitas: Un visitante podría usar diversas identidades para facilitar delitos como prostitución dentro del penal.
• Fugas: Un preso podría salir suplantando la identidad de un visitante o de otro recluso con permiso.
• Suplantación de identidad: Personas podrían entrar bajo identidades falsas para cometer delitos dentro del centro.

La implementación de sistemas biométricos en prisiones se ha consolidado como una de las soluciones más efectivas para asegurar el control de acceso de visitantes. Utilizando características únicas e intransferibles, como huellas dactilares, patrones del iris o rasgos faciales, la biometría ofrece un método preciso para garantizar la identidad de cada individuo.

La tecnología de huella dactilar es la más comúnmente utilizada en este ámbito. Dado que muchos países cuentan con bases de datos que almacenan muestras de huellas dactilares de sus ciudadanos, esta opción se presenta como la más viable para su uso en instalaciones penitenciarias. Durante el proceso de identificación, se puede comparar la huella dactilar del visitante con los registros en la base de datos nacional, eliminando así las posibilidades de fraude. Una vez verificada la identidad, se puede proceder a cotejar las huellas, lo que extiende la seguridad a cada punto de acceso.

Sin embargo, es importante considerar que algunos casos será necesario incorporar tecnologías biométricas adicionales. En este contexto, la biometría del iris destaca por su alta fiabilidad, mientras que la biometría facial se presenta como una opción sencilla y accesible, que puede ser implementada con cámaras convencionales.

Gracias a estas tecnologías, el personal de seguridad puede verificar con total seguridad la identidad de quienes entran y salen, así como comprobar los permisos de visita y salida de los reclusos. Todo movimiento quedará registrado en un sistema, facilitando la elaboración de reportes que permitan analizar diversas eventualidades con certeza, ya que los datos serán fiables y sin riesgo de suplantación de identidad.

Los sistemas biométricos proporcionan numerosos beneficios como una verificación rápida y segura de los visitantes, previenen la suplantación de identidad y facilitan el registro y seguimiento de las entradas y salidas en los centros penitenciarios. Para conocer más al detalle sobre los beneficios te invitamos a leer nuestro artículo “Beneficios de la tecnología biométrica para la identificación de personas en centros penitenciarios”.

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